Quien nos conoce bien, sabe que una de las cosas por las que hemos peleado desde que creamos nuestra empresa de tés artesanales es por la calidad de los mismos. Mucho antes de comercializarlos, uno de los trabajos más costosos fue encontrar proveedores de té que, de verdad, pudieran aportarnos una materia prima base de calidad.
Y lo conseguimos. A partir de aquí, la piedra estaba en nuestro tejado y el resultado final dependía de nosotros. Hoy, más de 10 años más tarde, estamos muy orgullosos de poder decir que lo hemos conseguido. Y no porque lo digamos nosotros, sino porque son nuestros clientes los que hablan, los que repiten y los que se suman cada día.
Pero, ¿por qué insistimos tanto en esto? Porque nos gusta dar lo mejor. De hecho, uno de los motivos por los que decidimos crear este negocio era porque nos costaba encontrar tipos de té e infusiones que tuvieran la calidad que esperábamos y que, por tanto, pudieran cumplir con sus dos funciones principales: cuidar de nuestra salud y aportarnos bienestar.
Para que tú también puedas saber si la infusión de té que te estás tomando es o no de calidad, hoy compartimos contigo los aspectos que tienes que tener en cuenta para que no te den gato por liebre. Y, ¿sabes qué es lo mejor? Que no es necesario ser un gran experto en infusiones, sólo estar muy atento, aunque, por supuesto, la práctica también tiene mucho que ver en este sentido. Al principio tendrás muchas dudas, pero en cuanto pasen unas semanas, empezarás a ser todo un experto. ¡Empezamos!
Apariencia del té
Si lo piensas bien, es lógico que esto sea lo primero en lo que debamos fijarnos. Nos guste o no, las apariencias pueden engañar, pero al ojo de un experto, hay aspectos de la apariencia del té que son claros indicios de si tiene o no la calidad que se espera del mismo.
En este sentido, tenemos que tener en cuenta el aspecto de las hojas de té, tanto en seco como una vez infusionadas. Está claro que va a depender mucho de las variedades de té, pero en general, los siguientes consejos sirven para las de hojas más grandes, que son las más comunes.
En el primer caso (la hoja seca), te recomiendo que cojas un puñado pequeño, extiendas sobre una plataforma plana y limpia y compruebes los siguientes puntos:
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Que todas las hojas de té tengan más o menos, el mismo tamaño.
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Que al tocarlas parezcan crujientes, esto es sinónimo de frescura, lo mismo que si tiene pelaje blanco en la parte posterior de las hojas.
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Que las hojas de té estén enteras y sin tallos. Esto es algo que cuando tomas un té de mala calidad, se ve a la primera.
Una vez hayas observado las hojas del té secas, toca la parte de observar las hojas infusionadas. ¿Ves que recuperan su forma original? Si es así, el té es de calidad.
CONSEJO: vete anotando cada uno de los aspectos que te acabo de dar y los que te voy a dar a continuación en una hoja, de manera que cuando termines la observación, puedas valorar con detenimiento todo lo que has escrito y concluyas si, realmente, es un té o no de calidad.
El color del té
Tanto de sus hojas secas y húmedas, como el de la propia infusión que se hace con ellas. Estos son los tres puntos que tienes que observar en cuanto al color de la infusión se refiere.
Si cuando la hoja está seca, su color es brillante y homogéneo, ya puedes poner un punto de más en tu puntuación, es la mejor señal de que es un té de calidad. Eso sí, los requisitos de los colores cambian en función del de la propia hoja.
Cuando la hoja esté mojada, en función de si se trata de brotes jóvenes o más antiguos, los requisitos cambian. En el caso de los primeros, una vez infusionados la calidad se mide por la brillantez de las hojas; por el contrario, cuando hablamos de tés más viejos, la calidad se mide por el grado de oscuridad. Por supuesto, luego cada tipo de té tiene sus características a observar, en concreto.
Y, por último, es importante ver el resultado, es decir, el color de la infusión que se hace con esas hojas. Cuando el té es de calidad, los colores son brillantes y claros. Además, ese color también nos va a decir mucho sobre la intensidad de su sabor: cuanto más claro, más suave será; cuanto más brillante, más intenso y rico. Los tés de mala calidad, por el contrario, se distinguen por tener colores opacos y poco vivos.
El aroma del té
Hay una cosa que nos repiten mucho nuestros clientes: es abrir uno de vuestros tés y se impregna toda la sala con su aroma. Y ese es, precisamente, uno de los aspectos que marcan la calidad de cualquier té que tomes. Cuanto más fresco sea el té, mayor calidad tendrá. Pero que no te engañen: hay algunas marcas comerciales de té que le añaden ciertos productos para incrementar ese aroma. El mismo desaparece en cuanto lo infusionas. Es…¡la prueba del algodón!
Por supuesto, cada té tiene su propio tipo de aroma. Por ejemplo, los tés negros son dulces; los tés verdes, frescos y el té oolong, floral.
El sabor del té
Éste es el último punto a tener en cuenta a la hora de valorar la calidad de una infusión. En este sentido, es fácil reconocerlo, aunque a primera vista puede engañar (o, más bien, al primer sorbo). Como dice el refrán, “bien está lo que bien acaba”; pues en un té pasa lo mismo.
Un té de calidad tiene que tener un sabor final dulce y agradable (¡ojo! Con dulce no me refiero a empalagoso, sino a que sea suave y deje un buen sabor de boca). Los tés de mala calidad terminan resultando amargos. Un té de calidad, en función de la variedad puede parecerlo al inicio (como, por ejemplo, en el caso de los tés rojos e, incluso, té Matcha de algunos verdes), pero lo importante es que no lo sea al final.
Un aspecto a tener en cuenta a la hora de preparar el té, es que el agua no tenga sabor, ya que podría influir en el del té. Hay algunas marcas de agua que sí que tienen un sabor característico e, incluso, algunas de grifo que tienen mucha cal y que también pueden influir negativamente en la calidad del té que te tomas. Tenlo en cuenta a la hora de valorar su calidad.
Ahora te toca a ti
Ya tienes todo lo que necesitas para saber si un té es o no de calidad. Ahora te invito a que, como te decía al comienzo, vayas practicando, de manera que siempre tengas a mano un pequeño papel y algo con lo que apuntar la puntuación. Conozco a alguna persona que tiene su propia libretita, con los aspectos a tener en cuenta ya anotados y que sólo va poniendo o restando puntos, en función del té que esté valorando en ese momento.
Otra cosa muy importante y a tener en cuenta es la de las bolsitas de té. Son muchas las personas que consideran que éstas tienen menos calidad que si se toma a granel, pero esto no tiene nada que ver. Lo que sucede es que muchas marcas comerciales han venido introduciendo polvo de té en sus pirámides de té para abaratar precios, reduciendo así la calidad de las infusiones.
Sin embargo, si las bolsitas se hacen de manera artesanal, con la misma materia que los paquetes a granel, la calidad no se reduce ni un ápice; mucho menos si las bolsas con las que se elaboran dejar traspasar toda la esencia del producto que llevan dentro. Otra cosa es que cuando tenemos té a granel a nuestra disposición, podemos prepararlo a nuestro gusto y, por tanto, la intensidad del sabor será exactamente la que a nosotros nos guste.
Así que, ahora sí, creo que no me dejo nada en el tintero. Te invito a hacer unas pruebas en los próximos días con nuestros tés u otros que te sirvan en las cafeterías que visitas y nos cuentes cómo va esa puntuación. ¡Hasta el próximo post!